Está claro que fue una resistencia lo que sintió la primera vez que se vieron, pero poco a poco se acostumbró a que estuviera a su lado sin darse cuenta. Él era como el Dios de la Muerte frente a los demás, pero para ella era como un gran guerrero que acudía a su rescate siempre que lo necesitaba, a pesar de esa burlona mueca en sus labios. Este particular sentimiento por él se convirtió gradualmente en amor, aunque no lo admitiera fácilmente.
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